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Cual navegante, hay que definir nuestro rol en la empresa. Director de OBCerrutti y profesor de Pacífico Business School

08/21/2018

Imaginemos que por motivo de una campaña publicitaria deseamos documentar una travesía a realizarse en solitario desde un puerto en el Mediterráneo hasta uno en el Caribe. A tal efecto contratamos a un reconocido navegante a quien le explicamos claramente el objetivo a alcanzar y los recursos que tendrá para hacerlo. A esta explicación en la actividad empresarial la llamamos la descripción del puesto.

Una posible pregunta es si este navegante hará una planificación detallada y fija de todas las actividades requeridas para llegar a su destino final o si, dependiendo de las mareas, el viento y la braveza del mar, entre otras condiciones, ajustará periódicamente sus actividades y decisiones de navegación para alcanzar sano y salvo su destino.

Probablemente, optará por lo segundo, ya que el modo de cumplir con lo definido en su puesto dependerá de las condiciones que se puedan presentar.

Supongamos que una hora después parte una segunda nave con el mismo objetivo y por tanto similares condiciones de mareas, viento y mar que la primera.

Podemos preguntarnos, entonces, si este segundo navegante en solitario dirigirá la nave de la misma manera y tomará iguales decisiones que el de la primera nave o si, dependiendo de su experiencia, conocimientos técnicos, actitud ante el riesgo y estilo personal, la dirigirá con otro criterio y tomará decisiones diferentes.

Mi respuesta es que sucederá lo segundo. A la particular manera con que cada persona realiza el trabajo necesario para alcanzar un mismo objetivo y responder a las dificultades que se presentan, lo llamamos ejercer su rol, algo que es diferente y superior a la simple descripción del puesto.

Veamos, entonces, cuáles serían estas diferencias para así tener más claridad sobre el rol que debemos ejercer en nuestra empresa.

Una primera diferencia obedece a que cualquier responsabilidad ejecutiva puede ser realizada por diferentes personas, pero la manera en que cada una de ellas la asumirá y ejecutará será diferente. Como en el caso del navegante, dependiendo de la experiencia profesional, formación, competencias y metas particulares, cada persona, en similares realidades internas y externas, ejercerá su rol de manera diferente.

Una forma de ir visualizando nuestro rol es preguntarnos, debido a qué objetivos y metas definidas (o no) que no han sido alcanzadas, o acciones realizadas (o no), pongo en riesgo la empresa y mi permanencia en ella. Sabiendo que el entorno interno y externo de la empresa está en constante cambio, una segunda diferencia radica en que el rol que ejercemos es mucho más dinámico que la definición del puesto.

Nuestro rol debe de ser cuestionado periódicamente, pues no izamos de igual manera las velas con una brisa suave que con un viento fuerte y a veces tenemos que desviarnos de nuestra ruta para ir a un puerto intermedio antes de llegar al definitivo. Es muy conveniente preguntarse qué puede haber cambiado dentro de la organización y su entorno que requiere un ajuste en nuestro rol.

Otro factor importante al definir nuestro rol es saber que siempre somos parte de un subsistema, dentro de un sistema mayor –por ejemplo, somos un gerente entre varios gerentes de la empresa– y que en otro subsistema (gerencia) una persona va a definir su rol.

Debemos saber también que en muchos casos existirá una intersección en nuestras áreas de influencia, espacios comunes en los cuales ambos ejecutivos sentiremos que el otro está invadiendo un terreno ajeno y está actuando incorrectamente. La gestión de estas áreas de confluencia es uno de los temas que debemos trabajar al definir nuestro rol.

Por otra parte, conviene entender que dicho rol no tiene que focalizarse en el interior de nuestra jefatura o gerencia, sino incursionar en los límites difusos de la organización, buscando integrarse, establecer sinergias y ser permeables con las otras jefaturas, gerencias y el entorno. La pregunta pertinente a este respecto es cómo me relaciono con los demás subsistemas para facilitar la obtención de los objetivos de la organización.

También nos será útil saber que, al estar siempre en contacto con las demás personas en la organización, lo natural es que vayamos formando relaciones y, si nuestros roles están alineados con la misión y objetivos de la empresa, no nos incomodará tener diferencias, ser cuestionados y cuestionar a su vez. Tampoco experimentaremos sentimientos de fastidio o culpabilidad susceptibles de dañar nuestras relaciones personales.

Por último, es muy importante que los objetivos y metas asumidas como nuestras y las acciones a realizar que hemos identificado para cumplir con nuestro rol sean coherentes con lo que somos y nuestros valores, que no nos sintamos extraños al vernos actuar.

Lo es, asimismo, que de este conjunto de acciones identifiquemos cuáles debemos realizar personalmente y cuáles delegar y supervisar.

Resulta, por tanto, fundamental tomar conciencia de la importancia de definir desde el primer momento nuestro rol en la organización, ser capaces de mirar más allá de la pura descripción del puesto, asumir retos que no estuvieron identificados en un principio y tomar riesgos, incorporando en este rol nuestro estilo de gerencia.

Así seremos capaces de hacer una mayor contribución al crecimiento sostenido, tanto de la empresa como de nosotros mismos.

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