¿Se siente Ud. feliz? Esta es una pregunta que no muchos enfrentamos con particular optimismo. De hecho, no resulta sorpresivo encontrar que en el último reporte del ranking de felicidad mundial, el Perú se encuentra en la posición nro. 63 de 155 países, ocupando la 8va. posición dentro del ranking a nivel Latinoamericano, por debajo de Chile, Brasil, Argentina, Bolivia, entre otros (1).
¿Existen razones para que el peruano no se sienta tan feliz como los habitantes de otros países de Latinoamérica? Un factor asociado a la felicidad es el contexto en el cual se vive. Según un reciente sondeo de Pulso – Perú, el 84% de peruanos siente inseguridad en las calles, a lo que se suma la percepción de otros problemas sociales como la corrupción, la falta de empleo, la pobreza, huelgas, entre otros (2). Dicho esto, cabe la pregunta ¿es posible ser feliz en un medio social como el nuestro?
Sin lugar a dudas, un entorno social negativo tiene un impacto desfavorable sobre el bienestar de la población. Tomando esta información, hay países como Bután, que han priorizado la promoción de la felicidad de sus habitantes, convirtiéndola en una política de estado, inclusive, determinando el índice de la Felicidad Nacional Bruta (FNB) que se complementa al indicador económico del Producto Bruto Interno (PBI). En definitiva, esto constituye una iniciativa legítima de cambio en el enfoque sobre el bienestar y la gestión de políticas públicas en un país (3).
No obstante, un estudio reciente ha identificado que si bien el factor social juega un rol importante sobre nuestra felicidad; el factor genético y el factor psicológico juegan un papel aún más protagónico. Dicho estudio detalla que, al momento de explicar la felicidad, el 50% es determinada por el factor genético, mientras que el factor psicológico explica el 40%; dejando un 10% a la influencia del factor social (4).
¿Cómo impactan estos hallazgos a la gestión empresarial? En definitiva, los hallazgos provenientes desde la psicología positiva demuestran que una organización integrada por personas más felices evidencia mejores resultados que aquellas que no lo hacen. Una cultura organizacional que promueve la felicidad de sus colaboradores se encuentra asociada con un mejor desempeño dentro y fuera del rol, mayor satisfacción de los clientes, mayor apertura para el cambio y la innovación, mayor engagement en el trabajo y colaboradores más saludables; al mismo tiempo que demuestran un menor índice de conductas anti-productivas, conflictos interpersonales, menor agotamiento emocional, menor ausentismo y menor rotación, entre otros resultados (5). En resumen, la gestión de la felicidad de nuestros colaboradores más que un noble ideal, se trata de una oportunidad para ganar-ganar.
Estos hallazgos tienen implicancias favorables para la discusión de la felicidad. En primer lugar, descartar que el abordaje de la felicidad sea una moda. Es un derecho legítimo de las personas, que es investigado desde múltiples perspectivas, tales como la religiosa, la filosófica, la psicológica y de las neurociencias. En segundo lugar, reconocer que la concepción de la felicidad y por tanto, su potencial gestión, se encuentra en un activo proceso de cambio. No existen recetas únicas para la felicidad; del mismo modo que, no se gestiona la felicidad organizacional al replicar planes de intervención de otras organizaciones. La gestión de la felicidad exige la aplicación rigurosa de ciencia, tanto para estimar sus factores determinantes, así como sus consecuencias. Finalmente, entender que la felicidad, descrita por distintos autores como una consecuencia del logro de objetivos en la vida; ha pasado a transformarse en la ventaja competitiva, es decir, aquel activo indispensable que permite superar nuestras metas y consolidar la sostenibilidad que anhelamos tanto a nivel personal como organizacional (6). Y Ud. ¿Quiere ser feliz?
Referencias:
